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Requiem por la bailarina de una caja de música

Magnífica Reseña de Jesús Lens publicada en la balacera sobre La bailarina

Estando en la caseta de firmas de la Feria del Libro de Granada, bien rodeado por algunos paisanos y amigos, aparecieron José Ramón, su mujer y sus hijos. Habían estado unos días por nuestra tierra y aprovecharon para venir a saludar. José Ramón, en la mochila, llevaba un tesoro: un ejemplar de su primera novela, con un título tan poético como sugerente: “Réquiem por la bailarina de una caja de música”.

Publicar un libro, el primer libro, es una experiencia inenarrable. Tras dedicar horas y horas a la escritura, el repaso, las imágenes, la portada… verlo impreso y encuadernado, con tu nombre escrito en la portada, da un subidón.

Hace unos días, cuando comentaba la frustración por los poco que la literatura reporta, económicamente hablando, se produjo una lamentable malinterpretación de mis palabras. Yo preguntaba en alta voz si el modelo editorial, tal y como está montado ahora mismo, tiene lógica. Se trataba de cuestionar el sentido que suponen el trabajo, el esfuerzo y el dinero invertidos, por todos los que participan el proceso, para conseguir unas ventas que, quizá, no los justifiquen. Ésa era (y sigue siendo) la duda.

Una duda felizmente resuelta para José Ramón ya que la primera edición de su primera novela está agotada, para íntima satisfacción del autor y, seguro que sí, de su valiente y afortunado editor, el responsable de Editorial Ledoria.

Y no es de extrañar que haya sido así. Porque estamos ante una extraordinaria ópera prima que se lee con sumo gusto, cuyo interés no decae en ningún momento y que demuestra que, por fortuna, otra novela negra es posible en este país. Una novela negra periférica, alejada de las grandes ciudades y de la España contemporánea. Porque si bien es cierto que la presente crisis financiera y económica que nos ahoga está pidiendo a voces a buen cronista negro que la describa con pelos y señales, también tenemos que congratularnos por la aparición de novelas que, contando la realidad de la Ciudad Real de 1925, nos sirven para contextualizar y conocer una España que fue, y que nunca volverá a ser. ¿O sí?

Más allá de la anécdota, del McGuffin que hace avanzar la trama de “Réquiem por la bailarina de una caja de música”, lo realmente atractivo de la novela de José Ramón es el estudio de los personajes que la protagonizan y el espacio geográfico, social y cultural en que se desarrolla una historia que arranca, como en toda buena novela negra, con la aparición de un cadáver.

Y, por supuesto, además de saber quién mató a la hermosa bailarina de la caja de música, lo realmente importante es conocer el porqué. Bien sabe el autor, excelente crítico y conocedor del género negro, que la clave para que una buena novela policiaca funcione es detenerse en los porqués. El “quién lo hizo” es un divertimento. Un juego de lógica. Un pasatiempo. Lo que marca la frontera entre la pura anécdota y las historias llamadas a trascender es el porqué. Y en el caso que nos ocupa, el porqué tiene mucha enjundia.

Además, José Ramón aprovecha la novela para homenajear a su abuelo, centenario y seguro que muy orgulloso por el trabajo de su nieto, y a uno de los representantes más conocidos, aunque quizá no tanto recordados, de la historia del género policial español: el celebérrimo Plinio, de Tomelloso.

Enhorabuena a José Ramón por este excelente debut, que estamos seguros no es sino el primer paso en una prometedora, larga y fructífera carrera como escritor de género negro y criminal.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

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