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Requiem por la bailarina de una caja de música

ENTREVISTA EN LIBERTY

Un episodio de historia oral en Ciudad Real

En la presentación de Réquiem por la bailarina de una caja de música en el magnífico museo López Villaseñor, antigua casa-palacio de otro manchego ilustre, Hernán Pérez del Pulgar, se habló de historia oral. Alejandro nos contó cómo en Asturias se están recogiendo miles de horas habladas de aquellas/os que han vivido tiempos pasados. Y la (ex) concejala de Cultura del Ayuntamiento de Ciudad Real se comprometió a estudiar el tema.

Ya tiene una extraordinaria muestra, además por escrito. La que José Ramón Gómez ha retomado de su abuelo Augusto (mi padre también se llamaba Augusto), de las historias que le contaba a él y a su hermano paseando por la ciudad.

Por eso he querido pasar una tarde con José Ramón, aunque sea de manera virtual.

Esto de Internet permite mantener tertulias a mucha distancia entre los tertulianos. Bueno, no es que entre Ciudad Real y Madrid exista mucha distancia, más bien poca, además ahora con esos trenes maravillosos que gastan enormes cantidades de electricidad y generan la necesidad de las centrales nucleares -“para ser independientes”, dicen los cretinos-, la distancia es más bien corta. Así, pues, mantengo una charla virtual (yo tengo a mano una botella de buen vino acompañado de unos taquitos de queso, todo manchego, él no se).

La cosa quedó así.

 

José Ramón Gómez Cabezas nació en el año 1971 en Ciudad Real. Se licenció en psicología y desarrolla, como psicólogo, su actividad profesional. Es por lo tanto un escritor que no vive de sus obras de ficción y ensayo. Sin embargo lleva ya algunos años ejerciendo como aficionado. “Hará cosa de ocho años…”, nos cuenta, se puso en contacto, como otros muchos de nosotros, con la prestigiosa revista digital La Gangsterera, dirigida por el “inigualable gestor del género Ezequiel Perez”, conocido en el mundo de la negrura como Zeki, “una persona irrepetible”. Enseguida empezó a colaborar en la revista, tanto digital como en papel.

Poco después, el también incombustible David G. Panadero publicó una narración suya en Prótesis, publicación consagrada al crimen, titulada “Reducción de condena” (Prótesis, 2ª época, núm. 2. Págs. 78-81), relato de una alianza imposible: … su mente estaba atando cabos, buscando el tablón de madera en medio del naufragio y lo estaba viendo, todo muy cerca, lo estaba alcanzando, tenía esa mirada brillante al alcance de sus manos y aquel bolero iba a convertirse en tango… Ya ven que es todo un buen escritor. “A partir de entonces he venido colaborando de forma habitual en todas las publicaciones que se dedican de forma apasionada a la literatura negra”. Evidentemente el incansable Ricardo Bosque está detrás de alguna de ellas.

Hablamos de cómo el género negro se mezcla con otros, “lo maravilloso del género negro es que sus fronteras afortunadamente no están limitadas. Autores como Juan Ramón Biedma, Leo Oyola, Alejandro Gallo no son fáciles de clasificar dentro de un único género”. Eso sí, “para la mayoría de los entendidos sus novelas son negras”. Claro, estamos hablando de géneros narrativos y cada uno tiene sus cánones. Por eso, novela negra y novela histórica, aunque se mezclan, “existen diferencias palpables en cuanto a planteamientos”.

Réquiem por la bailarina de una caja de música se centra en los años veinte. “Desde las primeras hojas… tenía claro varios objetivos, el primero” es que debía “ser una novela negra y en segundo lugar quería ofrecer un tributo a mi abuelo y a mi ciudad”. Su abuelo, efectivamente, es un personaje de la historia. A sus noventa y nueve años es un hombre sesudo y entrañable al que se le ve entre emocionado y risueño. Cuando José Ramón y su hermano eran jovencitos los paseaba por Ciudad Real contándoles los secretos y las historias de la ciudad. Desde entonces quedaron grabadas las imágenes. Más tarde empezaron las investigaciones y encontró “que la situación histórica en el período que va entre el año 25 y el inicio de la guerra civil estaba lleno de matices desconocidos para mí y para gran parte de mis conciudadanos. El 80% de la población analfabeta, dedicada en su gran mayoría a la agricultura, un gran poder eclesiástico y feudal, un contingente militar importantísimo e inconformista, ¿Qué mas ingredientes se pueden pedir para una novela negra?”.

Joaquín Córdoba es un oscuro periodista de provincias. Debe aprender el oficio allí donde el oficio es más dinámico. Por eso acude a Madrid. “Desde un principio me planteé que el protagonista (…), hijo de un afamado militar, debía formarse en Madrid como periodista”. Pero Joaquín no tiene el desparpajo necesario en un medio casi hostil y, en un momento de casi desesperación, aparece su “cicerone”. “Así surge Jacinto Lafuente”. Este individuo, “como cada personaje, tiene una historia que le ampara y que, desgraciadamente para Joaquín, le aporta un buen aprendizaje, pero también unas consecuencias que a la vez dan mucho juego a lo largo de la novela”. Se refiere José Ramón a pérdidas momentáneas de la memoria, la famosa Marea Blanca.

Hablamos ahora de la estructura de la novela. Lo que a un servidor le pareció de gran importancia, su estructura basada en el lenguaje, algo no demasiado común y que es de agradecer, con la conjugación de los verbos temer, desear y amar, que en sí misma me parecía importante para la interpretación de la historia, para el autor es algo diferente. Algo que surgió en la corrección, en la relectura, “cuando quieres darle una estructura final y tienes prácticamente todos los elementos para ello, digamos que son los adornos finales del pastel pero que no pretenden quedarse solo en eso, también son las luces de emergencia de cada parte que indica por donde puede estar la salida”.

Réquiem nos cuenta la historia de un crimen. Una historia narrada por el personaje principal que ha sufrido la marea blanca. El lector va conociendo las cosas a la vez que el propio Joaquín. Acude a Ciudad Real un policía muy famoso de Tomelloso. “Ya he comentado antes he querido rendir un sincero homenaje a muchos elementos o personas que considero importantes, realizando pequeños guiños”. Y, claro, tratándose de Tomelloso en la mente del lector está el recuerdo de Plinio. “Para mi García Pavón es un autor exquisito y fundamental en nuestra cultura, además como muchos grandes autores no reconocido como se merece”. Claro que no sólo es García Pavón la fuente de inspiración. Como lector impenitente que es reconoce sus deudas con “todos los autores de novela negra en mayor o menor medida han debido influir en mí, desde los clásicos a otros que he conocido personalmente”. Cuenta también, si reparos ni falsas modestias, que alguno de ellos “me han ayudado con la novela”. Algo que queda reflejado en los agradecimientos del libro.

Nuestro manchego se propuso en un principio “realizar una trilogía personal”. La palabra trilogía en los momentos abrumadores presentes sugiere, claro está, a Larsson, y apunta algo de lo que no muchos se han dado cuenta, “que a los libreros está ayudando a vender novela negra pero no tengo tan claro que a los autores españoles esté ayudando a publicar”. La primera parte, ambientada a principios del siglo XX, Réquiem, con su abuelo como un protagonista más. La segunda en los años cincuenta, con “mi padre como uno de los personajes” y, por último, en los momentos presentes con el propio José Ramón como parte del elenco de personajes. Pero mira por donde el éxito de la historia, los comentarios de los amigos y lectores, le han sugerido un replanteamiento del proceso “y por mi cabeza ya bulle una posible segunda aventura detectivesca de Joaquín Córdoba”.

Anteriormente José Ramón me había hablado de la sociedad de la época de réquiem. Analfabetismo, feudalismo, incultura… Le leo una frase contundente al hablar del edificio del arzobispado: un edificio tan adusto como la prisión pero sin rejas visibles. Y se lanza en picado: “el peso de la iglesia (el peso del poder) seguía siendo mucho”. “Así lo he querido reflejar en la novela, no sólo con ese tipo de descripciones sino también con uno de los personajes claves de esta historia el primo seminarista de Joaquín”. Cierto es, un personaje socialmente clave en la novela. En esa sociedad hipócrita que desprecia a las putas pero usa de sus servicios, que desprecia a los pobres, pero usa de su fuerza de trabajo. Una sociedad que, en 1931, ve perder sus privilegios y se arma con todo el poder del mundo: el Ejército, la Iglesia y las leyes.

Esa sociedad, que José Ramón no ha tenido que ir muy lejos para estudiar, “la principal fuente de documentación ha sido mi abuelo”, Ramón en la novela, Augusto en la realidad, que, como ya dijimos, “cuando era pequeño me llevaba de paseo por la ciudad y me iba contando, a veces a modo de aventura, la historia de una ciudad que con el paso del tiempo ha ido perdiendo la memoria”, es descrita de manera impactante. Y, en sus aprendizajes, tampoco ha dejado de lado las nuevas tecnologías: “uno de los documentos que más me ha aportado fue un mapa de Ciudad Real que adquirí a través de Internet fechado casualmente en 1925”.

Está apunto de terminar nuestra charla virtual y le recuerdo, a modo de despedida, una de las muchas frases hermosas y mágicas que me sorprendieron del libro: esa noche, la luna, con su tono plomizo entre las lágrimas del cielo, parecía estar pidiendo a gritos un sacrificio. “Es una frase muy concreta de una parte de la novela en donde aún no está muy claro lo que ha pasado, también Joaquín se está empezando a enamorar de la joven francesa Lucienne y ese fondo lorquiano de la descripción me parecía muy adecuado para rematar un capítulo lleno de embrujo”.

No quiero despedirnos sin trasmitirle mis saludos a Lidia Reyero, ex Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Ciudad Real y felicitarla por su decisión de abandonar la política. Si se es honrado se deja, si no se sigue en ella. “Así lo haré”.

 

http://ebienzobas.blogspot.com/2010/02/un-episodio-de-historia-oral-en-ciudad.html

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